En el desarrollo e implementación de estas estrategias para
la ejecución de proyectos concretos, se encuentra otro de los grandes
obstáculos para la innovación: la inadecuación de nuestras instituciones
públicas y su baja capacidad de ejecución para implementar políticas y
responder a las nuevas exigencias del entorno. De allí se desprende la
necesidad imperiosa de lograr un cambio de paradigma en los modelos de gestión
pública, fortaleciendo, internamente, la consolidación de instituciones
flexibles, con capacidad de adaptarse dinámicamente a las demandas del entorno
para la ejecución de sus políticas y de introducir los cambios necesarios en su
organización para responder a esta demanda de manera eficaz y eficiente
El rol principal del Estado no es el de formular políticas e
implantarlas de manera vertical, consolidar la oferta y otorgar fondos
públicos, sino el de promover la participación de todos los actores para la
construcción conjunta de las políticas y la planificación, coordinar su
actuación en la ejecución, fortalecer la oferta, incentivar la demanda y
promover la participación del sector privado en el financiamiento y desarrollo
de las actividades de ciencia y tecnología. Es un rol mucho más activo, que
exige fortalezas institucionales, para la promoción, negociación, articulación
de redes, monitoreo del entorno y evaluación y seguimiento de la gestión. Este
cambio acompaña un nuevo modelo de producción y apropiación social del
conocimiento, basado en la vinculación de la oferta y la demanda, en formas de
organización más horizontales, estructuradas en redes de cooperación, con la
utilización intensiva del capital social, la valoración del talento humano, el
uso de nuevas tecnologías y de la innovación en todas sus formas.
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